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Haciendo historia: la UNaM durante la última dictadura militar

  • Ana Victoria Espinoza
  • Noticias UNaM

Este 2023 se cumplen 40 años del retorno a la democracia, lo que supone un necesario aprendizaje como sociedad y una revalorización de esta forma de organización social. El impacto y las nefastas consecuencias de la última dictadura militar en nuestro país (1976-1983), tanto en materia de derechos humanos como en consecuencias sociales y económicas, ha sido materia de investigación y debate durante décadas en las instituciones nacionales. Las Universidades, motores genuinos de cambio y espacio histórico de expresión de las juventudes, ha sido uno de los principales sitios de injerencia, intervención y represión militar.

Si bien la fecha fundacional de la UNaM (16 de abril de 1973) responde a la resolución-decreto número 20.286, firmada durante el gobierno de facto de Alejandro A. Lanusse, el proyecto de Universidad venía de larga data. Formó parte del llamado Plan Taquini, el cual implica una reorganización de la educación superior y la creación de diversas universidades en otras partes del país como Jujuy, La Pampa, Entre Ríos, Catamarca, Salta, San Juan, San Luis, Santiago del Estero y varias dentro de la Provincia de Buenos Aires. A su vez, el gobierno de Lanusse duraría sólo un mes más y en mayo de 1973, asumió la presidencia del país el gobierno peronista de Héctor J. Cámpora. 1974 será un año de mucho crecimiento y ampliación de la UNaM, transfiriendo de la UNNE a la recién creada universidad de Misiones las facultades de Ingeniería Química y la Facultad de Ciencias Sociales (con sede en Posadas) e incorporando a institutos provinciales de educación superior.
A la par de ese crecimiento, los acontecimientos nacionales y regionales no le eran ajenos: los estudiantes, docentes y nodocentes, estaban fuertemente ligados a las discusiones y perspectivas críticas de la época, marcados por eventos como el “Cordobazo” o el asesinato del estudiante correntino Juan José Cabral - líder de la Federación Universitaria del Nordeste-, ambos sucesos ocurridos en 1969. También acompañando las luchas locales, como era el sector agrario y campesino, que vivían fuertes momentos de movilización.  
“Misiones no escapaba al escenario social y político de las décadas del 60 y 70 no solo en Argentina, sino también en América Latina y el mundo. Y la juventud fue un actor fundamental”, explica el investigador Jorge Daniel Rodríguez en su trabajo doctoral “La Universidad Nacional de Misiones en tiempos de Dictadura (1976–1983). Políticas, transformaciones y resistencias”, publicado por EDUNaM.  
La militancia estudiantil fue un factor decisivo para llevar adelante conquistas propias de la Institución como fueron el Comedor Universitario, hoy en día vigente y en constante crecimiento. Desde 1971, se había inaugurado un espacio dependiente de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), pero ante la falta de calidad de la comida y los pocos lugares disponibles, los estudiantes comenzaron una lucha que resultó emblemática, para lograr un espacio propio y autogestionado. Identificado como “espacios peligrosos” para las autoridades militares, el comedor sufrió una clausura durante el periodo dictatorial y en su reemplazo se otorgaron becas especificas determinadas por el puntaje académico -un sistema claramente más restrictivo- volviendo a sus funciones con la vuelta a la democracia después de 1983.

Represión en la Universidad
Con la llegada de la dictadura militar, la UNaM fue intervenida como todas las demás universidades e instituciones del país; en este caso por el entonces Coronel Walter C. Ragalli. Durante el período dictatorial no fueron solamente militares quienes estuvieron a cargo de la Universidad, pero incluso los civiles dispuestos continuaron con la lógica de disciplinamiento instaurada por el régimen.
Según el investigador Rodríguez, en la UNaM se llevaron adelante dos tipos de políticas: una más de corte represivo -que incluía la expulsión de estudiantes, la exoneración de distintos docentes, la detención o el secuestro, y en varios casos la desaparición de personas-; y otro conjunto de políticas más de tipo “propositivas”, que buscaban generar un nuevo proyecto de Universidad. Allí se destacan los sistemas de vigilancia, el silencio como forma de ordenamiento y control, y el imperativo del “no te metas”.
Norberto Alayón, oriundo de Buenos Aires, llegó a Posadas en 1970 con 25 años para asumir la Secretaría Académica de la entonces Escuela de Servicio Social, mientras se anotó en la carrera de Licenciatura en Trabajo Social en la flamante Facultad de Ciencias Sociales.
Pero en 1973 el escenario cambió. “En el mes de agosto, a raíz de mi militancia política, fui dejado cesante en dicho cargo, continuando como profesor hasta el 5 de abril de 1976, a los pocos días del inicio el 24 de marzo de la dictadura cívico-militar”, explica Alayón. El ambiente era tenso y de gran conflictividad y Alayón mantenía, además de su trabajo como docente, participación política – como gran cantidad de jóvenes de la época- en el sector llamado “izquierda nacional”, puntualmente en el partido político Frente de Izquierda Popular (FIP).
“En esos años de la década de los ’70 en la sociedad, y en particular en la universidad se vivía un clima de altísimo voltaje político, con significativos niveles de participación social”, describe el exprofesor. “En ese clima de época, recuerdo que en noviembre de 1974, un denominado Comando Nordeste de la Alianza Anticomunista Argentina nos advirtió, mediante un escrito remitido por correo, que volaría el local partidario del FIP sino era cerrado en 24 horas. Hacia diciembre de 1975 recrudecieron las amenazas y las intimidaciones”. Norberto fue detenido el 5 de abril de 1976 y puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional en la cárcel de Candelaria. Ese mismo día, el coronel interventor de la Universidad firmó la Resolución Nº 179 dando por finalizada “por razones de seguridad” la labor docente de Alayón en la Facultad de Ciencias Sociales.
Luego, a partir del 23 de septiembre, el docente fue trasladado a la cárcel de máxima seguridad de Resistencia, Chaco y excarcelado finalmente en diciembre del mismo año; dando lugar a su exilio en Perú, donde vivió hasta 1982. Norberto volvió a dar clases pero no en Misiones, sino en otras universidades nacionales como la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires o la Universidad de Buenos Aires. Sin embargo, mantiene hasta el día de hoy un nutrido compromiso e intercambio con la UNaM.    
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Amelia Rosa Báez tenía 18 años cuando irrumpió formalmente el golpe de Estado en marzo de 1976 y comenzaba a cursar el primer año de la Licenciatura en Antropología Social de la FHYCS. De familia y arraigo peronista, su militancia se desarrollaba hacía años dentro de la UES (Unión de Estudiantes Secundarios).
“Todo estaba enrarecido, en el ámbito de la Facultad no se hablaban de estos temas a pesar de que también empezaron a detener a profesores y alumnos. En la carrera de Licenciatura de Antropología Social, éramos pocos alumnos, si bien se daban relaciones cercanas entre alumnos y profesores, no recuerdo a ninguno de ellos que haya tenido una actitud de compromiso más allá del afecto que me tenían, no manifestaban querer saber más de lo que ocurría en el contexto en que me movía. Creo que el miedo que estaba siempre latente, no les permitía avanzar más allá y era comprensible”, cuenta Amelia en su testimonio recogido en el libro “Misiones, historias con nombres propios, volumen III”.
En septiembre de ese mismo año, Amelia es detenida y trasladada a un Centro Clandestino de Detención -el más importante de la provincia- por “averiguación de antecedentes” y luego de su liberación, vigilada 24 horas por hombres armados en la puerta del domicilio de sus padres. “Después de haber estado 40 días privada de mi libertad ambulatoria, las madres y esposas de mis compañeros detenidos, decidieron que yo las presidiera. Con 19 años asumí esa responsabilidad, con el miedo que nos atravesaba a todas, pero por suerte acompañadas con aguerridas madres y compañeras con las que nos animamos a salir y a reclamar”, relata.
Allí arranca para Amelia otra lucha, vinculada a la búsqueda y acompañamiento de familiares, que luego se traduciría en su nombramiento como titular al frente de la Subsecretaria de Derechos Humanos de Misiones. Su primera medida dentro de la secretaría fue presentarse como parte querellante en los juicios que en la primera década de los 2000 comenzaron a llevarse a cabo en todo el país.

Un decano desaparecido
Dentro de la lista de desaparecidos de la provincia de Misiones, se encuentra el ex decano de la Facultad de Ingeniería Química (hoy FCEQyN), el ingeniero Alfredo González. Fue detenido por primera vez el mismo 24 de marzo de 1976, torturado y vuelto a liberar unos meses después. Además de su militancia demócrata cristiana, también era conocido por su compromiso universitario y su participación en el bloque de la Confederación Universitaria del Nordeste. Como investigador, fue uno de los más notorios científicos de la provincia e incluso se sospecha que dentro de las motivaciones de su secuestro, fue el de robarle distintas fórmulas químicas, revolucionarias para la época. En marzo de 1978 una patota de militares se lo llevó nuevamente de su casa, y esta vez, ya no volvió.
El primer juicio realizado por Delitos de Lesa Humanidad en la provincia fue en junio de 2008, justamente en el marco de la investigación por la desaparición de González. Los principales acusados fueron Carlos Caggiano Tedesco, ex jefe del Área Militar 232, quien también fue juzgado y condenado posteriormente por otros 49 crímenes y casos de violación a los DD.HH; y el propio gobernador interventor de la época (2/3/77 al 31/10/78), el militar de la armada Rodolfo Poletti.
En el marco de aquellos juicios, el exrector e interventor de la UNaM Carlos Alberto Roko – quien condujo la Universidad desde febrero hasta octubre de 1978- declaró que, durante aquella época, “los nombramientos, incorporaciones y ascensos de los docentes, siempre debían contar con el aval del jefe del Área 232”, es decir, Tedesco. Explicó que esa metodología era habitual y que “cada vez que se debía ascender, incorporar o nombrar a un docente, solicitaba al jefe del Área 232, por medio de un escrito, antecedentes de la persona”.
Por su parte, Báez aporta en la misma línea: “En ese marco (de los Juicios) pudimos acceder a documentos de la Universidad donde los rectores interventores que fueron puestos por la dictadura mandaban listas sábanas de profesores y alumnos, mandando informes a los servicios de inteligencia del Ejército”. Báez pudo leer su nombre en una de esas listas, acompañado de una breve descripción sobre su situación y el número de expediente; todos informes que iban a parar directamente al escritorio de Tedesco. “Es un documento contundente de como la Universidad también estaba bajo un período que la impactó fuertemente, y que los interventores que fueron puestos por la dictadura eran cómplices”. El mundo universitario fue notoriamente vigilado y reprimido; y tomó años para que -con un contexto democrático- se pudieran revisar y cuestionar los comportamientos y sucesos vividos.

Reconocimientos
Javier Gortari, ex rector de la UNaM y actual miembro y representante de esta Universidad en la Red Interuniversitaria de Derechos Humanos del Consejo Interuniversitario Nacional (RIDDHH-CIN), presentó un proyecto ante el Consejo Superior para reconocer a las distintas víctimas del terrorismo de Estado durante la dictadura cívico militar 1976/83, vinculados a la institución.
La iniciativa se realiza “al cumplirse 50 años de la creación de la UNaM y 40 años de la restauración democrática en la Argentina”, teniendo en cuenta que la Universidad siempre ha impulsado distintas iniciativas de apoyo a los procesos de Memoria, Verdad y Justicia en la provincia.
Los reconocimientos implican, por un lado, repudiar toda resolución o disposición de la época, “en las que se decidió expulsar, suspender o cesantear o sancionar de alguna manera por consideraciones políticas a estudiantes, docentes y nodocentes de la UNaM”. Y por otro, propone honrar a quienes sufrieron en carne propia las consecuencias del régimen militar – desde persecución política, secuestro, exilio, hasta asesinato y desaparición- distinguiéndolos como Miembros Honorarios de la UNaM, u otorgándoles la Mención Especial “UNaM 50 años”.

Archivo fotográfico // Mayo de 1972 en las Jornadas Internacionales de Análisis del Plan de Estudios que organizó la Escuela de Servicio Social, cuando todavía dependía de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE). Se llevó a cabo en la sede de la Escuela, sita en Colón 65 de Posadas.
La foto (de izquierda a derecha), registra a Norberto Alayón (Argentina), Manuel Zabala (Colombia), Gerardo Foguel (Paraguay), Juan Mojica Martínez (Colombia) y Ezequiel Ander Egg (Colombia).

Redacción: Lic. Lucía Sabini Fraga.

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