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40 años de democracia: Luchas, resistencias y desafíos para la Universidad Pública  

  • Florencia Galarza
  • Noticias UNaM

Se cumplen 40 años del retorno a la democracia, que tuvo lugar el 10 de diciembre de 1983 cuando asumió la presidencia Raúl Alfonsín tras siete años de dictadura cívico militar. A la vez, se celebra el Día de los Derechos Humanos por ser esa fecha, pero en 1948, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Las experiencias vividas a lo largo de estas cuatro décadas de democracia presentaron desafíos y cambios para las Universidades Públicas. Sin dudas los diversos claustros que las componen fueron los que hicieron posible, con sus luchas y resistencias, el crecimiento de esta institución. Para profundizar acerca de los acontecimientos socio-políticos-económicos y culturales que sucedieron tanto en época de dictadura como en democracia en nuestro país y cómo afectó al sistema universitario, Nexo Universitario entrevistó a la magíster Elena Maidana y al doctor Roberto Abínzano, ambos docentes e investigadores de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM).

“Lo que voy a compartir no me lo contaron, lo viví junto a tantas y tantos que hicimos posible que una universidad pública como la UNaM se sostuviera y creciera resistiendo tanto a golpes políticos – como el del 76-, económicos –como el del 2001- y también a persistentes y variopintos ataques a su existencia”, reflexionó Maidana. 
“Las Universidades Públicas siempre estuvieron en la mira de los históricos poderes fácticos y de las fuerzas reaccionarias. Las amenazas presentes se inscriben en una larga historia, con antecedentes tristemente conocidos: la Noche de los Bastones Largos, la Noche de los Lápices, las intervenciones cívico-militares, los ahogos presupuestarios y tanto más. La UNaM no quedó fuera de esa trágica historia. Habría mucho para decir al respecto, pero solamente focalizaré  en lo que implicó para ella la “vuelta” de la democracia”. 
Maidana recordó que “tras la última dictadura hubo que reaprender a enseñar, investigar, educarse, convivir institucionalmente en democracia; retomar las expresiones y cauces democráticos obturados por el terrorismo de Estado, reponer los tradicionales órganos de co-gobierno –Consejos Superior y Directivos, autoridades elegidas democráticamente por los claustros, Asambleas Universitarias-; revitalizar las agrupaciones políticas, los centros de estudiantes, los lazos con la comunidad”. 
En paralelo a lo dicho por Maidana, el profesor emérito Roberto Abínzano también aportó su visión de los acontecimientos ocurridos en estas últimas décadas. “Al llegar la dictadura, la Universidad perdió su autonomía y el rector y los decanos fueron interventores. Debimos lamentar la desaparición de un querido colega de Ingeniería Química, el Profesor Alfredo González y la persecución, el exilio y encarcelamiento de otros colegas y compañeros. La carrera de Antropología Social creada en 1974 pudo sobrevivir cuando en el resto del país otras carreras similares habían sido cerradas o modificadas. Tenía muy pocos alumnos y además fue defendida con mucha inteligencia por su fundador el doctor Leopoldo Bartolomé”. 

Tanto Maidana como Abínzano coincidieron que con el fin de la dictadura, la universidad salió de su letargo y comenzó a crecer de manera notable a pesar de los bajos presupuestos y mínimos salarios. Hubo incorporación de profesionales llegados de otras partes y de los que regresaron después del proceso,  se nombraron rectores y decanos normalizadores y comenzaron a funcionar algunos cuerpos colegiados.
La vuelta a la democracia permitió potenciar la investigación y la extensión, se renovaron los planes de estudios, se amplió y mejoró la oferta educativa. “Era mucho lo que había que construir y en ese esfuerzo estuvieron comprometidos todos los claustros, todas las agrupaciones con sus diferencias y contradicciones. Así en esa UNaM refundada –en la que el otro no era un sospechoso ni una amenaza, menos un enemigo- se aprendía a hacer de la democracia una realidad”, contó Maidana. 

“Ese orden institucional que hoy la comunidad universitaria tiene naturalizado fue producto de esa historia compartida y no exenta de conflictos y tensiones entre la UNaM y la democracia que supimos conseguir. En ese proceso también debimos volver a las calles más de una vez en luchas por reinvindicaciones propias –universidad pública, mayor presupuesto, derecho a la educación superior- y de la sociedad toda al acompañar las luchas por los Derechos Humanos, por Memoria, Verdad y Justicia; de los docentes provinciales precarizados, de los afectados por la represa de Yacyretá, de los relocalizados, colonos y tareferos, mbya Guaraní, mujeres y disidencias”, rememoró Elena. 

Maidana, por otra parte, expuso que la comunidad universitaria no queda al margen de las tensiones de la política partidaria. “En principio porque algunas de las agrupaciones políticas que operan en la universidad mantienen lazos orgánicos con partidos políticos. Pero esa relación no deja de ser conflictiva. No es automática, mecánica ni unidireccional, dada la propia dinámica y lógica política interna. Está siempre sujeta a disputas. Es que las agrupaciones políticas independientes del poder partidario provincial y nacional no dejan de ofrecer resistencias en ese sentido, operan más de una vez como efectivos anticuerpos frente a posibles avances partidarios interesados que pueden jugar en contra de su institucionalidad, gestión y calidad académica”. Sin embargo, Abínzano dijo que “aún con diferencias políticas el desarrollo de las clases e investigaciones y otras actividades específicas nunca se vieron afectadas. Hubo problemas, diferencias y discusiones, pero no llegaron a sobrepasar los límites de una buena convivencia. 
En democracia y mientras fueron pasando los años, las diferencias iniciales se fueron diluyendo, desfilaron distintos rectores y la universidad fue creciendo de manera notable con más facultades, con más carreras, con postgrados, una editorial, un campus y numerosas relaciones nacionales e internacionales con universidades y centros científicos, destacó Abínzano. 

Hechos históricos que dejaron marcas 

Roberto opinó que “los dos hechos políticos e históricos centrales fueron: la dictadura y la democracia. La primera, dejó algunas huellas trágicas y, su extinción posibilitó entrar en la etapa actual que lleva ya cuarenta años que celebramos. La universidad fue una cantera de talentos y científicos para la vida política de nuestra provincia. La lista de sus aportes sería muy extensa, pero pensemos, por ejemplo, en el rol político de algunos graduados o docentes como Carlos Rovira, Hugo Passalacqua, Ministros como Del Federico, Ricardo Biazzi, Leopoldo Bartolomé, al frente del PRAS, y muchos otros que trabajaron en diferentes cargos, asesorías, cooperación interinstitucional, organismos descentralizados, entre otros”.  
En todos estos años, la universidad fue centro de toda clase de encuentros, congresos, foros y sus investigadores se cuentan entre los miembros del CONICET, son requeridos como evaluadores y jurados en casi todas las universidades argentinas y muchas del extranjero.
“Las diferencias políticas e ideológicas nunca impidieron este crecimiento y consolidación permanente y la situaron entre las más gravitantes en la región de fronteras y el proceso de integración, siendo pionera en la integración regional universitaria con las universidades de Brasil y Paraguay”, resaltó Roberto.

Nota publicada en la Revista Nexo Universitario N°21, noviembre-diciembre 2023  

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