Ciencia, tecnología y comunicación
La ciencia y la tecnología están a nuestro alrededor, los avances científicos moldean nuestras sociedades, nuestras economías e incluso el futuro de nuestras democracias. El periodista científico Miguel Riquelme* comparte una reflexión para la revista Nexo Universitario.
Para bien y a veces para mal, la ciencia es un motor fundamental de la evolución mundial.
Sin embargo, los medios, por lo general, no cuentan con secciones o periodistas especializados en ciencia. Y los periodistas científicos son los primeros en sufrir la reestructuración de los medios de comunicación.
Tenemos que hablar de ciencia
Cuando se consulta (especialmente a través de encuestas), una gran mayoría del público dice estar (muy) interesado en la ciencia y la tecnología. Sin embargo, estas mismas personas dicen no encontrar información de calidad sobre estos temas.
No es raro que algunos medios publiquen información ocasional sobre “avances” de la ciencia. Como en el caso de los anuncios en la lucha contra el cáncer; se ha llegado a hablar de una cura definitiva, del fin de esta enfermedad. Más allá de la cobertura mediática que generan, estas exageraciones suelen perjudicar a la ciencia. Como no (siempre) se confirman, se va minando la confianza del público en todos los científicos.
Por otro lado, los equipos de comunicación de instituciones científicas, con frecuencia ofrecen resúmenes muy simplificados de los trabajos de investigación para los medios de interés general. Sin embargo, la complejidad de la ciencia merece ser abordada y explicada. Más aún en estos momentos de tanta brevedad que impone la era digital.
En ciencia, las “noticias falsas” (fakes) también existen
Las fakes suelen ser difíciles de identificar y verificar porque suelen referirse a ámbitos complejos. La tarea del periodista especializado, es, por lo tanto, conocer los “códigos de producción” del conocimiento científico. El daño de las “noticias falsas” científicas es muy grave, lo demuestran los engañosos debates sobre la vacunación en pandemia, por ejemplo. Muchas redacciones, especialmente en los nuevos medios en línea, no pueden o no llegan a decodificar esta información falsa y entonces funcionan como caja de resonancia.
En un contexto tan enrarecido, como el de la Argentina de hoy, es aún escasa la presencia de los investigadores en los espacios editoriales, en los foros de opinión, para contrarrestar la desinformación sobre la ciencia y sus instituciones científicas; la opinión tendenciosa, desinformada y las teorías de los charlatanes. El público, los medios de comunicación y la ciencia ganarían mucho con ese debate.
Los periodistas no son o no deben ser portavoces de los científicos
La ciencia no es un dogma, las y los comunicadores deben mantener un sano escepticismo, su tarea es cuestionar, indagar, confrontar, investigar, contextualizar y citar sus fuentes –con internet esto ahora es sencillo-. El rigor y las buenas prácticas periodísticas no pueden ser abandonadas al momento de entrar a un laboratorio para realizar una entrevista.
*Nota colaborativa del equipo Neociencia para la revista Nexo Universitario: LINK DE ACCESO
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